Residuo sólido se define como cualquier objeto o material de desecho que se produce tras la fabricación, transformación o utilización de bienes de consumo y que se abandona después de ser utilizado. Estos residuos sólidos son susceptibles o no de aprovechamiento o transformación para darle otra utilidad o uso directo. El origen de estos residuos se deben a las diferentes actividades que se realizan día a día, pero la mayor parte de ellos es generada en las ciudades, más concretamente en los domicilios donde se producen los llamados residuos sólidos urbanos, que proceden de las actividades domésticas en casas y edificios públicos como los colegios, oficinas, la demolición y reparación de edificios
El manejo adecuado de los residuos sólidos, sean éstos de origen doméstico, comercial, industrial o institucional, se relaciona tanto con la necesidad de proteger la salud de la población cuanto con la necesidad de proteger la calidad del medio ambiente; por lo tanto, existen requerimientos de orden sanitario y ambiental que es preciso transformar en disposiciones normativas y reglamentarias. Asimismo, la eficiencia con que se desarrollan las labores de manejo de residuos sólidos urbanos no es ajena a la calidad con que finalmente se prestan los respectivos servicios.
En el ordenamiento institucional actual, existe una serie de organismos e instituciones involucradas en diversos aspectos del manejo de residuos sólidos. Sin embargo, en algunos casos, no está del todo clara la extensión del ámbito de competencias de cada entidad ni las obligaciones que le corresponde asumir a cada una. Así, el Ministerio del Medio Ambiente, el Ministerio de Salud y el Ministerio de Desarrollo Económico a través de la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico - CRA, tienen competencias normativas cuyo alcance no está claramente delimitado, hecho que genera una superposición parcial de facultades.
Del mismo modo, a nivel de los organismos encargados de desarrollar las actividades de vigilancia y control, se produce también una duplicidad y superposición de actividades como producto de la imposibilidad real de delimitar las deficiencias en el manejo de los residuos sólidos como problemas exclusivamente sanitarios o exclusivamente ambientales, deficiencias que evidentemente pueden tener consecuencias en ambas esferas de competencia y acción.
No existen en la actualidad mecanismos eficaces de coordinación entre los diferentes organismos e instituciones con competencia en materia de residuos sólidos, ni se ha perfilado hasta ahora una instancia institucional que pueda asumir con propiedad y continuidad el liderazgo de la necesaria coordinación, tanto a nivel nacional como regional y municipal. Además, la estructura e independencia de las corporaciones autónomas regionales y la autonomía municipal no permiten asegurar que los planes y programas que se conciben en materia de residuos sólidos a nivel nacional se expresen cabalmente en los niveles regionales y locales.